Cada color genera un estado de ánimo y su vibración lumínica es una herramienta poderosa en terapias tanto físicas como psíquicas.
Una presencia permanente
Cuando se habla de colores, la calidez o la frialdad son los primeros atributos que vienen a la mente. Están presentes durante toda nuestra vida y es imposible ser indiferentes a ellos, porque influyen sobre el ánimo y el ambiente. También la personalidad está relacionada con el color de la ropa que usamos.
Se los clasifica en cálidos o fríos. Asociados con el calor, el fuego, el sol y la sangre, los cálidos son el rojo, el anaranjado y el amarillo, junto con todas sus gamas y combinaciones intermedias.
Los fríos son los que transmiten quietud y están vinculados con climas y objetos gélidos. Arrancan en el celeste, pasando por el turquesa, el azul, el índigo y el violeta, con sus respectivas gamas y matices.
El verde se halla a mitad de camino entre los cálidos y los fríos, pero se acerca hacia uno u otro efecto según su tonalidad. Si es verde amarillento se clasificará entre los cálidos y si es verde esmeralda entre los fríos.
Los colores ocultos de la paleta cromática
- Naranja: También conocido como anaranjado, está entre los cálidos, por sí mismo y porque en su composición se esconden el rojo y el amarillo.
- Turquesa: El azul esta acompañado por el verde y el amarillo para crear el turquesa, un color con personalidad que integra la lista de los fríos.
- Verde: El azul y el amarillo están ocultos en el verde, que se inclina hacia los cálidos o los fríos, según la tonalidad que predomine.
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