Independiente de las creencias religiosas, para la mayor parte de las personas las navidades de infancia quedan grabadas con mucha fuerza en la memoria emocional. Algunas pueden estar teñidas por diversos acontecimientos que las marcaron con una significación muy especial. Por ejemplo, la primera Navidad en que se dejó de creer en el Viejito Pascuero; o aquella en que todos se encontraban un poco tristes por la partida de alguien muy cercano: o bien otra en que se recibió un pasaje para ir a un lugar al que siempre se soñó conocer; o esa Navidad donde la solidaridad fue el sello distintivo.
Si bien los ritos familiares tienen características comunes para cada familia, es importante intentar que cada año la Navidad tenga algo especial o de sorpresa, especialmente cuando hay niños pequeños que se enfrentan a esta fiesta. Pero también hay que cumplir con los ritos cuando crecen, para conservar algo de la magia tan maravillosa que significa esta celebración de la niñez.
Una adolescente se quejaba "desde que crecimos, las navidades ya no son lo mismo. Están muy fomes, les falta ese factor sorpresa que tenían cuando era chica. Todo es tan práctico, mis papás me preguntan qué quiero que me regalen y lo van a comprar conmigo. Mi abuela me compra siempre lo mismo y un año sugirió darme la plata para que fuéramos yo con mi hermana a comprarnos lo que quisiéramos. Me pregunto para qué envuelven los regalos, si es obvio que ya sabemos lo que hay adentro". Este comentario refleja la nostalgia por una celebración que recupere el verdadero sentido de los ritos familiares.
Es verdad que por estas fechas la mayor parte de los adultos se encuentran abrumados por el fin de año, pero para que una celebración resulte especial, se requiere desplegar la imaginación y poner energía en conectarse con lo que les gusta o hace feliz a las distintas personas de la familia.
En la medida que los hijos van creciendo, una buena opción es incorporarlos en la planificación de la celebración, dejar planteado el tema y reunirse con tiempo para conversar de cómo les gustaría organizar la fiesta, los regalos, los amigos secretos, la comida, la decoración y todo aquello que comprende un ambiente navideño. Incorporar a los niños, además de desarrollar su creatividad, les ayuda a interiorizar el espíritu navideño y ocupar su tiempo de manera más productiva. Quizás la pregunta que los adultos debemos hacernos es: Qué podemos hacer para que ellos participen y entiendan el sentido de la Navidad?
Es importante hacer el mejor esfuerzo para que esta Navidad sea para sus hijos o nietos una fiesta muy especial.